domingo, 26 de diciembre de 2010

Tomas Unger escribe sobre el profesor Cabieses

PÉRDIDA

Fernando Cabieses

Por Tomás Unger. Periodista científico

El martes en la mañana murió Fernando Cabieses. Es difícil resumir quién fue y más difícil aún describir el vacío que deja. Médico neurocirujano, botánico, posiblemente el hombre que más sabía sobre medicina tradicional y plantas medicinales. Sus libros sobre el tema son textos de referencia obligatorios. "100 siglos de Pan" es otro libro de Fernando que debería ser leído no solo en las facultades de ciencia, sino también las de humanidades. Pero hay mucho más.

Fernando sabía explicar y escuchar, cualidades que rara vez van juntas. Nunca asistí a una de sus clases, pero conozco muchos que fueron sus alumnos que las recuerdan con admiración y nostalgia. En más de una ocasión se dio el trabajo de desasnarme y fue quien me animó a escribir sobre "El lenguaje de las drogas" (título que el sugirió entregándome el prólogo y haciendo la presentación). Su argumento fue: "Es bueno que alguien que no es médico lo haga... le creerán más".

A pesar de ser un científico, investigador y cirujano de prestigio internacional, Fernando Cabieses nunca asumió posturas solemnes ni tuvo una actitud superior hacia nadie. Su trato fue el mismo para todos, de profundo respeto para las opiniones ajenas, tal vez debido a su insaciable curiosidad. Fascinado por la complejidad del cerebro, a pesar de ser uno de los hombres que más sabía sobre él, estaba siempre dispuesto a cuestionar todo lo que sabemos y a experimentar. Compartió experiencias con chamanes y premios Nobel con la misma mente abierta.

En una ocasión lo llamé y estaba de viaje. Cuando regresó le pregunté a dónde había ido. Me respondió: "Solo a ver a un amigo en Estados Unidos". Luego me enteré de que lo habían llamado a uno de los grandes hospitales (creo que Rochester) para asesorar en una operación al cerebro. Cuando se lo comenté, me dijo: "La cirugía es una admisión de impotencia de la medicina... a medida que esta progresa nos necesitarán cada vez menos".

Entre las muchas cosas que me enseñó Fernando está aquella de que para aprender lo más importante es saber preguntar. Tuve la suerte de oírlo explicar sus experiencias con chamanes, ayahuasca, 'San Pedrito' y curaciones de brujos nativos.

Me considero afortunado porque fui su amigo. Hoy, con renovado interés en la biodiversidad y la medicina tradicional, sus archivos serán debidamente aprovechados.